VictorNavarroLogo
TRASTORNOS DEPRESIVOS

¿Qué síntomas son los más habituales?

En el apartado “Introducción” hemos hecho una descripción de las características clínicas más relevantes del trastorno adaptativo con ánimo depresivo. Cuatro son los hechos o criterios que lo definen:

  1. Un problema o estrés concreto (o más de uno) parece haber actuado como desencadenante de los síntomas que presenta el paciente.
  2. Dicho problema o estrés todavía persiste. Por definición, un trastorno adaptativo remite espontáneamente si remite el problema o el estrés que lo desencadenó.
  3. Existe un sentimiento de tristeza que limita ostensiblemente el funcionamiento diario del paciente. El paciente describe su sentimiento de tristeza como cualitativamente similar al sentimiento normal de tristeza. Es decir, lo que llama la atención no es el sentimiento de tristeza en sí, sino la intensidad del mismo.
  4. La exposición a situaciones emocionales intensas da paso, transitoriamente, a una respuesta emocional lógica. Dicho de otro modo, de forma transitoria es posible distraer el foco de atención del paciente, llevándolo desde la tristeza inicial (pensamiento centrado en el estrés) hasta otros focos de atención, lo que demuestra que su capacidad atencional, su capacidad para motivarse y su autoestima están preservadas. Podríamos decir que frente a situaciones de intenso calado emocional el paciente muestra transitoriamente o una respuesta emocional normal o una respuesta emocional más intensa de lo habitual, pero nunca se observa una falta de respuesta (esto es lo que sucedería en un episodio depresivo). A modo de ejemplo, si a un individuo afecto de un trastorno adaptativo con ánimo depresivo se le muestra un vídeo muy divertido de su nieto, el paciente, transitoriamente, se concentra, se interesa por el mismo y muestra las emociones (satisfacción, risa, etc.) y opiniones esperables. De la misma manera, si se le muestra un vídeo triste el paciente también se implica transitoriamente, presentando un sentimiento congruente con la imagen. Podríamos decir que el paciente no tiene como síntoma un bloqueo emocional, si acaso todo lo contrario, está más emocional de lo habitual.
Ejemplo de paciente con un trastorno adaptativo con ánimo depresivo

En el contexto de una situación familiar grave (característica clínica “a” y “b” del listado previa), el Sr. Juan, de 38 años de edad, refiere tristeza intensa que le ocasiona desde hace 6 semanas una reducción involuntaria de su rendimiento laboral y de su actividad social (característica clínica “c”). No obstante, el Sr. Juan explica que en diversos momentos su rendimiento sí ha sido el esperable; a modo de ejemplo, nos comenta que hace 72 horas presenció un accidente de tráfico y durante aproximadamente media hora actúo de forma totalmente diligente, auxiliando a dos personas implicadas en el accidente (un estímulo intenso dio paso, transitoriamente, a una conducta perfectamente adaptada -característica clínica “d”-).

Además de estas características clínicas un paciente afecto de trastorno adaptativo con ánimo depresivo puede presentar (pero no es indispensable para el diagnóstico) alguno de los síntomas que se detallan a continuación. Debe tenerse en cuenta que la forma de manifestarse de un trastorno adaptativo puede variar mucho de un individuo a otro, motivo por el cual no cabe esperar en todos los pacientes la presencia de todos los síntomas que aquí se describen y, menos aún, que todos los síntomas se manifiesten con la misma intensidad clínica en cada sujeto.

  • Pensamiento rumiativo. Tendencia a dedicar muchas horas del día a dar vueltas y vueltas al tema o temas que le preocupa. La rumiación se hace especialmente evidente cuando el paciente no está activo (y se reduce al estar ocupado).
  • Aumento de la irritabilidad, con sensación de fácil pérdida de control. La persona describe no poder tolerar o tolerar peor circunstancias que en el pasado, aunque quizá no le agradaban, sí podía sobrellevar perfectamente.
  • Labilidad afectiva o fácil tendencia al llanto. El síntoma no es llorar, el síntoma es llorar de forma incoercible y/o llorar en situaciones en las que el sujeto desearía evitar el llanto.
  • Apatía. Tendencia a reducir sus actividades diarias.
  • Pérdida de apetito y de peso. En ocasiones, sucede lo contrario. El paciente puede referir aumento de apetito o ingesta compulsiva de alimentos como forma de reducir la ansiedad. Como casi siempre lo que el “cuerpo pide” son dulces o pan, puede haber aumento de peso.
  • Insomnio. Puede manifestarse como dificultad para conciliar el sueño, como despertares frecuentes o como insomnio global.
  • Síntomas físicos. Es frecuente la presencia de quejas físicas diversas. Algunas de las quejas físicas más frecuentes son: 1) dolor de cabeza, en particular en la zona de la frente y detrás de los ojos, a modo de presión de dentro a fuera (como si se estuviera hinchando un globo en la parte anterior del cerebro); 2) molestias digestivas, en especial, sensación de nudo o presión en la zona del estómago o del cuello; 3) sensación de tensión muscular; 4) sensación de presión torácica, con aparente dificultad para inspirar.
  • Reducción en la capacidad de concentración. El paciente tiene su atención focalizada en los motivos de su estrés, de tal forma que las cosas no excesivamente relevantes de su día a día, por mucho que el paciente lo intente, pueden pasar desapercibidas por no lograr captar suficientemente su atención. En la práctica comporta que el paciente no retiene esa información y, quizá, se acompaña de olvidos posteriores. Imaginemos que el paciente intenta leer la lista de la compra, pero dice que no se entera de lo que lee; esto se debe a que el problema (económico, de pareja, de salud, etc.) que ha desencadenado el trastorno adaptativo está siendo un reclamo más potente para la atención del paciente que la lista de la compra que se le ha entregado; al no haber podido concentrarse/atender, será más fácil que se olvide de algunas cosas si va a comprar.
  • Pensamientos relacionados con la muerte, bien en forma de “sería mejor estar muerto” u “ojalá no me despertara”, o bien (aunque mucho menos frecuentemente) pensando y planificando el método para quitarse la vida.

Es importante destacar algunos síntomas que NO forman parte del trastorno adaptativo con ánimo depresivo y sí de otros trastornos depresivos (en particular, del episodio depresivo).

  • No ocasiona reducción de la autoestima. Es decir, coincidiendo con el trastorno adaptativo la persona no se infravalorará repentinamente. Por ejemplo, un profesor tras sufrir una lesión en una extremidad inferior, se lamentará de su mayor lentitud al moverse, pero no considerará que sus habilidades como docente o sus cualidades como persona se han visto gravemente perjudicadas. Por tanto, la impresión subjetiva que uno tiene de sí mismo no sufre un gran cambio al padecer este trastorno. El individuo es consciente de que son las cosas externas las que han cambiado y que si estas vuelven a su punto de partida él volverá a poder desarrollar sus cualidades previas.
  • No ocasiona reducción de las motivaciones. Las personas y actividades que previamente le resultaban placenteras, las seguirá considerando placenteras. Otra cosa muy diferente es si la persona en ese momento desea o no ponerlas en práctica. Si a un individuo le gusta mucho el cine, cuando tiene un dolor muy intenso, por ejemplo de rodilla, sigue considerando agradable el cine, pero ahora no se ve capacitado para ir. Eso es exactamente lo que sucede en el trastorno adaptativo. El individuo con trastorno adaptativo sigue considerando el cine interesante pero, de entrada, puede no verse capacitado para concentrarse en él o no considera que sea lógico ir en ese momento. Por el contrario, si logra ir, transitoriamente su tristeza/preocupación mejora.
¿Cómo se hace el diagnóstico?

A pesar de los muchos esfuerzos realizados por la comunidad científica para hallar una prueba diagnóstica que nos permita realizar el diagnóstico certero, con objetividad, del trastorno adaptativo, en la actualidad no disponemos de ninguna técnica específica útil para realizar dicho diagnóstico. Es decir, a día de hoy, ninguna prueba para ver el cerebro (TAC, escáner, resonancia magnética, radiografía, SPECT, PET, resonancia magnética funcional) ni el electroencefalograma ni ningún tipo de análisis de sangre (incluido el de serotonina) ni los estudios genéricos mediante saliva o mucosa de la boca, son útiles para diagnosticar el trastorno adaptativo con ánimo depresivo.

La ausencia de técnicas biológicas que hayan demostrado su utilidad en el diagnóstico del trastorno adaptativo motiva que, en la actualidad, la única fuente de información relevante para el diagnóstico de esta enfermedad sea la entrevista clínica con el paciente (y, frecuentemente, con algún allegado). A este respecto, también es importante destacar que la utilización de escalas o de entrevistas clínicas estructuradas no permite asegurar la infalibilidad del diagnóstico.

¿Cuál es el tratamiento?

Para desarrollar este apartado, primero vamos a centrarnos en aspectos generales de cada uno de los tratamientos disponibles y, en segundo lugar, nos centraremos en cómo escoger el tratamiento más adecuado para cada paciente.

Disponemos de dos tipos de tratamientos para el trastorno adaptativo con ánimo depresivo: tratamiento farmacológico y tratamiento psicológico.

Tratamiento farmacológico

Los fármacos que suelen ser más útiles en el tratamiento del trastorno adaptativo con ánimo depresivo son los fármacos genéricamente llamados antidepresivos. Es indispensable matizar muy bien qué efecto tienen estos fármacos en un trastorno adaptativo con ánimo depresivo. Los fármacos antidepresivos no evitan la tristeza o la preocupación intensa secundaria al problema o estrés que el individuo está sufriendo. ¿En qué sentido son útiles los fármacos antidepresivos en el trastorno adaptativo? Los fármacos antidepresivos reducen de forma muy intensa cuatro síntomas muy limitantes del trastorno adaptativo:

  • la frecuencia y la intensidad del pensamiento rumiativo,
  • la frecuencia y la intensidad del llanto espontáneo,
  • la dificultad para prestar atención/concentrarse y
  • la irritabilidad.

En el día a día de un paciente, la mejora de estos síntomas comporta que el individuo puede afrontar de una forma más racional, más distante emocionalmente hablando, el hecho o los hechos que le están afectando negativamente. Asimismo, facilita el reinicio de sus actividades diarias al reducir los problemas de atención y al reducir los cambios bruscos de humor (menos irritabilidad y menos llanto inesperado). A modo de ejemplo, describimos la siguiente situación clínica:

  • El Sr. Félix, en el contexto de una situación laboral muy estresante afirma que “no consigo desconectar del trabajo en ningún momento, ni en el cine, ni en la cama, ni con mis hijos; no puedo concentrarme en un libro, ni en una conversación; todo esto me hace sufrir y rendir menos, tanto en el ámbito laboral como en mi vida familiar”. El Sr. Félix, tras 6 semanas de tratamiento con un antidepresivo nos dice que “sigo igual de preocupado por mi situación laboral, pero curiosamente, ahora cuando me voy del trabajo me resulta mucho más fácil concentrarme en un libro, en las conversaciones con mis hijos y con mis amigos y, al acostarme, no me desvelo pensando en el trabajo”.

Los primeros antidepresivos (disponibles en el mercado desde los años 60) fueron los antidepresivos tricíclicos (imipramina, clomipramina, nortriptilina) y los inhibidores de la monoaminoxidasa (IMAOs)(fenelzina). Los fármacos antidepresivos de estos dos subgrupos químicos, si bien son muy eficaces, presentan un perfil de efectos secundarios no muy favorable. La continua investigación en este campo ha permitido que en el curso de las dos últimas décadas hayan aparecido en el mercado un amplio número de nuevos fármacos antidepresivos de fácil uso, eficacia elevada y un perfil de efectos secundarios mucho más favorable que el de sus predecesores. Entre este grupo de fármacos “nuevos” cabe citar, por ejemplo, el amplio subgrupo de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRSs)(citalopram, escitalopram, fluoxetina, fluvoxamina, paroxetina y sertralina) y fármacos como la agomelatina, el bupropion, la duloxetina, la mirtazapina, la venlafaxina retard, la desvenlafaxina o la vortioxetina.

Desconocemos el mecanismo por el cual los fármacos antidepresivos ejercen su efecto clínico. No obstante, todos ellos tienen en común el tener un efecto modulador sobre diversos neurotransmisores (moléculas clave en la comunicación entre determinadas células del cerebro –neuronas-).

Asimismo, respecto a la tolerabilidad de los fármacos antidepresivos consideramos que, en base a nuestra experiencia clínica, es importante destacar los siguientes aspectos:

  • La mayoría de ellos, habitualmente, no producen efecto sedante o hipnótico. Las pocas veces en las que se observa este efecto secundario suele ser transitorio (escasos días) y muy leve, sin impedir el funcionamiento normal del paciente. Con frecuencia se comete el error de confundir la relajación o menor ansiedad que presenta el paciente como efecto del fármaco antidepresivo (y, por tanto, más facilidad para dormir si está en reposo y cómodo) con somnolencia propiamente dicha.
    • Entre los fármacos antidepresivos más habituales sólo la mirtazapina tiene efecto hipnótico relevante (mejor prescribirlo siempre en toma única nocturna), mientras que fluvoxamina, amitriptilina y clomipramina pueden producir discreta somnolencia diurna leve y transitoria. La trazodona es un fármaco del grupo de los antidepresivos, no usado en la actualidad con finalidad antidepresiva por su baja eficacia, que sí tiene un claro efecto hipnótico.
  • La mayor parte de los antidepresivos pueden producir aumento de peso. No obstante, salvo con la mirtazapina y con los fármacos tricíclicos (en especial, imipramina y clomipramina), es infrecuente que el aumento de peso sea superior al 5% del peso corporal. El aumento de peso no suele acompañarse de aumento de apetito (excepto en el caso de la mirtazapina). En los casos en los que hay aumento de peso, una vez suspendido el tratamiento farmacológico antidepresivo suele producirse una normalización en el peso; lamentablemente, la reducción de peso suele ser lenta (varios meses).
  • Salvo con agomelatina, bupropion, mirtazapina y reboxetina, los efectos secundarios sexuales son muy frecuentes (probablemente, aunque dependiendo del fármaco, hasta en el 50% de los pacientes). El efecto secundario sexual puede ser reducción del deseo sexual y/o dificultad para alcanzar el orgasmo; en el varón, ocasionalmente puede motivar dificultad para obtener una erección plena. La intensidad de los mismos puede ser muy variable de un individuo a otro.
  • La mayor parte de los fármacos antidepresivos ocasionan que los pacientes sueñen más, que recuerden mejor el contenido de sus sueños y que se muevan y/o hablen más de lo habitual mientras duermen (no sonambulismo). Estas alteraciones en la dinámica del sueño motivadas por los fármacos antidepresivos no comportan ni mayor sensación de fatiga ni mayor somnolencia diurna.
  • Los efectos secundarios no suelen mejorar de forma significativa con el uso prolongado del tratamiento (sí, aunque no siempre –especialmente en los casos de efectos secundarios sexuales-, con la reducción de dosis). La única clara excepción a este respecto sería que múltiples antidepresivos pueden motivar la presencia de molestias digestivas, tipo bolo en la boca del estómago, durante los primeros días (hasta 10 días) de tratamiento, con posterior remisión espontánea.
  • La mayor parte de fármacos antidepresivos pueden facilitar la aparición de un síndrome de piernas inquietas (calambres o movimientos espontáneos de piernas cuando se está en reposo y, en especial, cuando nos estamos quedando dormidos).
  • Una vez se ha suspendido el tratamiento los efectos secundarios de los fármacos antidepresivos remiten en escasos días (como mucho en una o dos semanas).
  • No se ha descrito ningún efecto tóxico asociado al uso prolongado de un fármaco antidepresivo.

El inconveniente más importante de los fármacos antidepresivos actuales es la lentitud de los mismos a la hora de iniciar su efecto. El efecto clínico suele iniciarse a partir de la 3-4 semana de tratamiento, alcanzando su máxima eficacia tras 8-10 semanas del mismo.

Tratamiento psicológico

La terapia psicológica cognitivo-conductual y, en menor medida, la terapia psicológica  interpersonal, es eficaz en el tratamiento del trastorno adaptativo con ánimo depresivo.

Tres son los objetivos esenciales del tratamiento psicológico:

  • el tratamiento de los síntomas depresivos propiamente dichos,
  • en los individuos que presentan características de personalidad que puedan haber facilitado la aparición del trastorno adaptativo frente a un estrés determinado, la modificación de dichos rasgos de personalidad y,
  • el aprendizaje de estrategias de identificación precoz de los síntomas y de prevención de recaídas.

Cabe aquí recordar (y clarificar) que cuando utilizamos la palabra “tratamiento” nos estamos refiriendo a un proceso de intervención (en este caso con técnicas psicológicas) dirigido a modificar una condición patológica o desadaptada, para así conseguir mejorar el estado de la persona que la padece. En base a esta definición, el soporte, el consejo, el acompañamiento o el hablar, son alternativas que por sí solas, aunque pueden tener su utilidad sobre la persona (por ejemplo, sobre el estado de ánimo), no son tratamientos psicológicos.

Tratamiento de elección

En el trastorno adaptativo, en el que por definición existe una dificultad para afrontar una situación estresante real actual, el tratamiento psicológico suele ser el tratamiento más adecuado. Si por la gravedad o características del motivo de estrés es de prever una resolución lenta del trastorno adaptativo, la prescripción de un tratamiento farmacológico antidepresivo puede facilitar una rápida mejora de los síntomas antes citados (irritabilidad elevada, llanto incoercible, pensamiento rumiativo y problemas atencionales). Frecuentemente, reducir estos síntomas no es banal. En la práctica clínica la mejora de estos síntomas puede ser crucial para facilitar una mayor eficacia del tratamiento psicológico.

La elección de fármaco antidepresivo en el trastorno adaptativo se realiza esencialmente en base a la eficacia y al perfil de efectos secundarios de cada antidepresivo. A mayor gravedad clínica, mayor peso se dará a la eficacia (llegándose a prescribir como fármacos de primera elección fármacos del grupo de los tricíclicos –por ejemplo, imipramina-) y menos al perfil de efectos secundarios; y al revés, a menor gravedad clínica, mayor peso se dará al perfil de efectos secundarios y algo menos, al perfil de eficacia.

Eficacia de los fármacos antidepresivos más habituales
+ Tricíclicos (imipramina,  clomipramina, nortriptilina)
  Venlafaxina retard
  Duloxetina, desvenlafaxina
  IMAO (fenelzina)
  Fluoxetina, fluvoxamina
  Citalopram, escitalopram, paroxetina, sertralina, vortioxetina
  Agomelatina, mirtazapina
  Bupropión
- Reboxetina
Efectos secundarios más frecuentes de los fármacos antidepresivos
Agomelatina Ningún efecto secundario frecuente.
 Bupropión, reboxetina Taquicardia, sequedad de boca.
 Duloxetina, desvenlafaxina, vortioxetina Alteraciones en la libido y el orgasmo.
 Venlafaxina retard Sequedad de boca, alteraciones en la libido y el orgasmo, aumento de la sudoración, hipotensión ortostática.
 ISRS (citalopram, escitalopram, fluoxetina, fluvoxamina, paroxetina, sertralina) Molestias gastrointestinales (durante no más de 10 días), discreto aumento de peso, alteraciones en la libido y el orgasmo, síndrome de piernas inquietas.
 Mirtazapina Somnolencia, aumento de apetito, aumento de peso.
 Nortriptilina Sequedad de boca, alteraciones en la libido y el orgasmo, hipotensión ortostática.
 IMAO (fenelzina) Hipotensión ortostática, crisis hipertensivas, aumento de peso, alteraciones en la libido y el orgasmo, cefalea, sequedad de boca.
Imipramina, clomipramina Sequedad de boca, estreñimiento, aumento de peso, aumento de la sudoración, alteraciones en la libido y el orgasmo, hipotensión ortostática, dificultad para orinar.
  • Alteraciones en la libido y el orgasmo: menos deseo sexual y dificultad para llegar al orgasmo (en el sexo masculino, aunque menos frecuentemente, puede haber impotencia)
  • Hipotensión ortostática: sensación de mareo durante escasos segundos al mover bruscamente al incorporarnos (de la cama, de una silla, del retrete o después de coger algo del suelo)
  • Síndrome de piernas inquietas: espasmos en las piernas al estar quedándonos dormidos
  • Dificultad para orinar: tener que hacer más fuerza para que salga el chorro de la orina
Consideraciones prácticas sobre la elección de tratamiento
  • La presencia de ansiedad y/o insomnio limitantes (síntomas frecuentes en el trastorno adaptativo con ánimo depresivo) puede hacer aconsejable la instauración transitoria de un tratamiento específico sintomático (benzodiazepinas o fármacos antidepresivos con efecto hipnótico -mirtazapina, trazodona-).
  • El tratamiento con terapia electroconvulsiva no es eficaz frente a un trastorno adaptativo con ánimo depresivo.
(continuación del caso clínico)

En el contexto de una situación familiar grave, el Sr. Juan, de 38 años de edad, refiere tristeza intensa que le ocasiona desde hace 6 semanas una reducción involuntaria de su rendimiento laboral y de su actividad social. No obstante, el Sr. Juan explica que en diversos momentos su rendimiento sí ha sido el esperable; a modo de ejemplo, nos comenta que hace 72 horas presenció un accidente de tráfico y durante aproximadamente media hora actúo de forma totalmente diligente, auxiliando a dos personas implicadas en el accidente (un estímulo intenso dio paso, transitoriamente, a una conducta perfectamente adaptada).

Diagnóstico: trastorno adaptativo con ánimo depresivo.

Tratamiento:

  • El tratamiento psicológico cognitivo-conductual, de entrada, es la elección terapéutica más adecuada. El objetivo del tratamiento psicológico será facilitar al Sr. Juan una mayor capacidad de afrontamiento del estresor actual.
  • Concomitantemente, el tratamiento farmacológico con fármacos antidepresivos facilitará una mejoría clínica global. El tratamiento farmacológico no hará que remita la tristeza frente al estresor existente (situación familiar grave) pero sí facilitará que mejore el nivel de concentración del Sr. Juan al reducir la rumiación; asimismo, el tratamiento con fármacos antidepresivos facilitará una mejora en la irritabilidad y la labilidad afectiva (ambos síntomas son muy frecuentes en el trastorno adaptativo). La mejora de estos síntomas (capacidad atencional, rumiación, irritabilidad y labilidad) suele reducir las consecuencias negativas del síntoma tristeza. Por otra parte, la reducción de estos síntomas se suele asociar a un aumento de la eficacia del tratamiento psicológico.
  • Disponemos de una amplia gama de fármacos antidepresivos con posible eficacia frente al trastorno adaptativo. La elección de uno u otro fármaco antidepresivo dependerá esencialmente del peso que en cada caso consideremos adecuado dar a la tolerabilidad y a la eficacia de los mismos.
  • Dado que tanto el tratamiento psicológico como el farmacológico tienen una latencia de respuesta de varias semanas, si es de prever una rápida remisión del estresor y, por tanto, del trastorno adaptativo, una conducta expectante (sin prescripción de ningún tratamiento) podría ser la actitud médica adecuada.
  • Con independencia de si se hemos decidido mantener una actitud expectante o de si hemos prescrito uno u otro tipo de tratamiento, en el caso de que el Sr. Juan refiera ansiedad elevada o insomnio grave, la prescripción transitoria de un tratamiento sintomático benzodiazepínico o con un antidepresivo con efecto hipnótico (trazodona, mirtazapina) podría estar indicada.
  • A la espera de la mejoría clínica se sugerirá al Sr. Juan que realice, en la medida de lo posible, actividades lúdicas, sociales, académicas, laborales o del tipo que él considere oportuna. El objetivo será facilitar que haya el mayor período de tiempo posible en el que la sintomatología afectiva quede lo más mitigada posible. El objetivo no será conseguir que estas actividades curen la enfermedad. El objetivo tampoco será que disfrute al máximo en estos momentos. El objetivo será, exclusivamente, facilitar que la intensidad de los síntomas se reduzca transitoriamente.
¿Qué pronóstico tiene?

El factor pronóstico/evolutivo clave en el trastorno adaptativo con ánimo depresivo es la evolución que tenga el motivo o el estrés desencadenante del trastorno. En principio, si remite el desencadenante, remite el trastorno.

Globalmente hablando el tratamiento psicológico y, si precisa, el tratamiento combinando psicológico y farmacológico, suele ser de gran eficacia. No obstante, no son excepcionales los individuos en los que se observa un curso crónico, con respuesta parcial, pero sin remisión de los síntomas. Dos son los factores clave a la hora de evaluar el riesgo de cronicidad:

  • Dado que el trastorno adaptativo está desencadenado por un hecho concreto que está actuando como factor estresante grave, el principal elemento favorecedor de la cronicidad es que el factor estresante se mantenga (se haga crónico). Por ejemplo, un trastorno adaptativo con ánimo depresivo que se haya iniciado a partir de un problema económico grave puede hacerse crónico si el problema económico persiste.
  • El segundo factor que hay que tener en cuenta a la hora de valorar el riesgo de que la sintomatología se prolongue en el tiempo es la personalidad del individuo. Determinados aspectos del carácter de un individuo pueden comportar que para ese sujeto sea especialmente difícil afrontar situaciones concretas. Por ejemplo, para una persona que de siempre ha sido muy autoexigente y con necesidad de tener todo su ambiente muy controlado, puede resultarle extremadamente difícil aceptar una situación injusta en el trabajo o en la familia (y, sin embargo, puede no resultarle especialmente complicado soportar una carga de trabajo enorme siempre y cuando el resultado de la misma dependa exclusivamente de su esfuerzo).
Consideraciones prácticas sobre el pronóstico
  • En ausencia de otros diagnósticos psiquiátricos, el trastorno adaptativo con ánimo depresivo no suele asociarse a riesgo elevado de suicidio. Si el trastorno adaptativo es de larga evolcuión no es infrecuente que haya ideas o pensamientos del tipo "¡ojalá no me despertara!" (parece más deseo de dejar de sufrir que deseo de morir pripiamente dicho).
  • A diferencia de la mayor parte de enfermedades psiquiátricas, el trastorno adaptativo no tiene tendencia a las recaídas espontáneas. No suele haber recaída si no hay reinicio del factor desencadenante.
(continuación del caso clínico)

En el contexto de una situación familiar grave, el Sr. Juan, de 38 años de edad, refiere tristeza intensa que le ocasiona desde hace 6 semanas una reducción involuntaria de su rendimiento laboral y de su actividad social. No obstante, el Sr. Juan explica que en diversos momentos su rendimiento sí ha sido el esperable; a modo de ejemplo, nos comenta que hace 72 horas presenció un accidente de tráfico y durante aproximadamente media hora actúo de forma totalmente diligente, auxiliando a dos personas implicadas en el accidente (un estímulo intenso dio paso, transitoriamente, a una conducta perfectamente adaptada)

Diagnóstico: trastorno adaptativo con ánimo depresivo.

Evolución y pronóstico:

  • La evolución previsible del trastorno adaptativo que padece el Sr. Juan es muy favorable.
  • Si cesa la situación estresante (situación familiar grave) es de prever una remisión rápida del trastorno.
  • Si bajo el criterio del Sr. Juan la problemática familiar es especialmente grave o irreparable (por ejemplo, fallecimiento de un hijo) es posible que se produzca una evolución crónica del trastorno.
  • Una vez haya remitido el trastorno, si persiste la problemática familiar es probable que el Sr. Juan refiera mantener el sentimiento lógico de tristeza pero siendo este totalmente compatible con un adecuado funcionamiento diario.
  • En caso de prescribir tratamiento, la duración del mismo dependerá de varios factores. De estos factores los más destacados serían la persistencia o no persistencia del estresor y los rasgos de personalidad del Sr. Juan.
  • Una vez haya remitido el trastorno adaptativo del Sr. Juan, si también ha remitido el factor estresante, el riesgo de presentar una recaída será muy bajo.