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TRASTORNOS DE ANSIEDAD

¿Qué síntomas son los más habituales?

En el apartado “Introducción” de la pestaña “Ansiedad” consta una descripción sucinta de las características clínicas más relevantes de la fobia simple. En este apartado se realiza una descripción más exhaustiva de los síntomas que pueden observarse en este trastorno.

Cinco son los hechos o criterios que la definen:

  1. Miedo intenso y desproporcionado a la presencia o posible presencia de una situación específica.
  2. La persona reconoce que este miedo es desproporcionado. El individuo que padece una fobia simple está de acuerdo en que, objetivamente hablando, no hay lógica entre el sentimiento que le produce la situación específica y el riesgo real asociado a la misma.
  3. La exposición a la situación fóbica provoca una respuesta inmediata de gran ansiedad, con marcado componente físico (por ejemplo, palpitaciones, temblor, sensación de ahogo, sensación de inestabilidad o mareo, sudoración, etc.).
  4. La situación fóbica ocasiona conductas de evitación. La intensidad del miedo es lo suficientemente importante como para que el paciente se encargue de, en la medida de lo posible, no haber de exponerse a la situación específica.
  5. La evitación y/o el miedo/ansiedad a la situación fóbica interfiere de forma significativa en el funcionamiento diario de la persona.
Ejemplo de paciente con fobia simple

Natalia, de 22 años de edad, consulta por miedo muy intenso a tragar. La paciente explica que intenta evitar tragar por terror a poder atragantarse y acabar ahogándose (característica clínica “a”). Comenta que es consciente de lo ilógico de su pensamiento, pero considera que no puede controlarlo (característica clínica “b”); al sentarse en la mesa o, incluso con sólo plantearse el comer algo sólido, le aumenta la ansiedad hasta puntos insoportables (característica clínica “c”). Todo ello está motivando que desde hace 2 meses se niegue a sentarse en la mesa con los demás a la hora de comer y que su alimentación esté restringida exclusivamente a líquidos y purés muy triturados (característica clínica “d”). Resulta también muy llamativo que prefiere dormir incorporada por miedo a atragantarse con la saliva (característica clínica “d”). Ha perdido 11 kilos en los últimos 3 meses. Por sentirse muy cansada ha abandonado gran parte de su actividad diaria; asimismo, para evitar preguntas y para no tener que comer en público, ha roto temporalmente con sus amigos e, incluso, con su pareja (característica clínica “e”).

Además de estas características clínicas, un paciente afecto de fobia simple puede presentar alguno de los síntomas que se detallan a continuación. Cuanto más frecuente sea la necesidad que tiene el paciente de exponerse al estímulo que le resulta fóbico, más probable será que presente alguno de estos síntomas.

  • Pensamiento rumiativo. Tendencia a dedicar muchas horas del día a dar vueltas y vueltas a la situación fóbica o a las consecuencias de la misma. La rumiación se hace especialmente evidente cuando el paciente no está activo (y se reduce al estar ocupado).
  • Aumento de la irritabilidad, con sensación de fácil pérdida de control. La persona describe no poder tolerar o tolerar peor de lo habitual circunstancias que en el pasado, aunque quizá no le agradaban, sí podía sobrellevar perfectamente.
  • Labilidad afectiva (fácil tendencia al llanto). El síntoma no es llorar, el síntoma es llorar de forma incoercible y/o llorar en situaciones en las que el sujeto desearía evitar el llanto.
  • Pérdida de apetito y de peso. En ocasiones, sucede lo contrario. El paciente puede referir aumento de apetito o ingesta compulsiva de alimentos como forma de reducir la ansiedad. Como casi siempre lo que el “cuerpo pide” son dulces o pan, puede haber aumento de peso.
  • Insomnio. Puede manifestarse como dificultad para conciliar el sueño, como despertares frecuentes o como insomnio global.
  • Síntomas físicos. Es frecuente la presencia de quejas físicas diversas. Algunas de las quejas físicas más frecuentes son: 1) dolor de cabeza, en particular en la zona de la frente y detrás de los ojos, a modo de presión de dentro a fuera (como si se estuviera hinchando un globo en la parte anterior del cerebro); 2) molestias digestivas, en especial, sensación de nudo o presión en la zona del estómago o del cuello; 3) sensación de tensión muscular; 4) sensación de presión torácica, con aparente dificultad para inspirar; 5) temblor (esencialmente en manos y brazos).
  • Reducción en la capacidad de concentración. El paciente tiene su atención focalizada en la situación fóbica, de tal forma que las cosas no excesivamente relevantes de su día a día, por mucho que el paciente lo intente, pueden pasar desapercibidas por no lograr captar suficientemente su atención. En la práctica comporta que el paciente no retiene esa información y, quizá, se acompaña de olvidos posteriores. Imaginemos que el paciente intenta leer la lista de la compra pero dice que no entiende lo que lee; esto se debe a que la situación fóbica específica está siendo un reclamo más potente para la atención del paciente que la lista de la compra que se le ha entregado; al no haber podido concentrarse/atender será más fácil que se olvide de algunas cosas si va a comprar.
¿Cómo se hace el diagnóstico?

No disponemos de una prueba diagnóstica que nos permita realizar el diagnóstico certero, con objetividad, de la fobia simple. Es decir, a día de hoy ninguna prueba para ver el cerebro (TAC, escáner, resonancia magnética, radiografía, SPECT, PET, resonancia magnética funcional) ni el electroencefalograma ni ningún tipo de análisis de sangre (incluido el de serotonina) ni los estudios genéticos mediante saliva o mucosa de la boca, son útiles para diagnosticar la fobia simple.

La ausencia de técnicas biológicas que hayan demostrado su utilidad en el diagnóstico de fobia simple motiva que la única fuente de información relevante para el diagnóstico de esta enfermedad sea la entrevista clínica con el paciente. A este respecto también es importante destacar que la utilización de escalas o de entrevistas clínicas estructuradas no permite asegurar la infalibilidad del diagnóstico.

¿Cuál es el tratamiento?

Disponemos de dos tipos de tratamientos para el trastorno hipocondríaco: tratamiento farmacológico y tratamiento psicológico.

Tratamiento farmacológico

En algunos casos de fobia simple es de utilidad el tratamiento con benzodiacepinaS. Para obtener una idea global de este grupo de fármacos puede ser esclarecedor consultar en el apartado de Preguntas Frecuentes sobre Ansiedad “¿Para qué sirven las benzodiacepinas?” y “¿Enganchan las benzodiacepinas?”.

En la fobia simple las benzodiacepinas son muy eficaces para el tratamiento de los síntomas físicos de la ansiedad. A modo de ejemplo, si un individuo padece fobia simple a los aviones, si por cuestiones personales debe, sí o sí, coger un avión, gracias a una benzodiacepina podemos conseguir que no haya una respuesta ansiosa tan intensa en el momento de exponerse a entrar en el avión; con la toma de la benzodiacepina el paciente dirá que la sensación y pensamiento de miedo era igual de intensa, pero no se añadió a la ansiedad psíquica un nivel tan elevado de ansiedad física (palpitaciones y sensación de ahogo, por ejemplo). Por tanto, el paciente considerará que con la toma de una benzodiacepina le es más fácil soportar entrar y permanecer en el avión. Si estando dentro del avión los síntomas físicos de ansiedad del paciente no son tan elevados, quizá, incluso pueda llegar a distraerse con algo (una película, por ejemplo) y así dar paso a una reducción progresiva de la ansiedad psíquica (el miedo propiamente dicho).

En el caso de que haya insomnio intenso, las benzodiacepinas también pueden estar indicadas.

Tratamiento psicológico

La terapia psicológica cognitivo-conductual suele ser eficaz como tratamiento de la fobia simple.

Dos son los objetivos esenciales del tratamiento psicológico:

  • el tratamiento de los síntomas fóbicos propiamente dichos y,
  • el aprendizaje de estrategias de identificación precoz de los síntomas y de prevención de recaídas.

Cabe aquí recordar (y clarificar) que cuando utilizamos la palabra “tratamiento” nos estamos refiriendo a un proceso de intervención (en este caso con técnicas psicológicas) dirigido a modificar una condición patológica o desadaptada, para así conseguir mejorar el estado de la persona que la padece. En base a esta definición, el soporte, el consejo, el acompañamiento o el hablar, son alternativas que por sí solas, aunque pueden tener su utilidad sobre la persona (por ejemplo, sobre el estado de ánimo), no son tratamientos psicológicos.

Tratamiento de elección

En principio, el tratamiento de elección de la fobia simple es el tratamiento psicológico. El tratamiento psicológico suele ser muy eficaz. Asimismo, si es indispensable reducir rápidamente el insomnio y/o algún síntoma físico de ansiedad (por ejemplo, sensación de ahogo o temblor intenso) se podrá prescribir una benzodiacepina.

Continuación del caso clínico

Natalia, de 22 años de edad, consulta por miedo muy intenso a tragar. La paciente explica que intenta evitar tragar por terror a poder atragantarse y acabar ahogándose. Comenta que es consciente de lo ilógico de su pensamiento, pero considera que no puede controlarlo; al sentarse en la mesa o, incluso con sólo plantearse el comer algo sólido, le aumenta la ansiedad hasta puntos insoportables. Todo ello está motivando que desde hace 2 meses se niegue a sentarse en la mesa con los demás a la hora de comer y que su alimentación esté restringida exclusivamente a líquidos y purés muy triturados. Resulta también muy llamativo que prefiere dormir incorporada por miedo a atragantarse con la saliva. Ha perdido 11 kilos en los últimos 3 meses. Por sentirse muy cansada ha abandonado gran parte de su actividad diaria; asimismo, para evitar preguntas y para no tener que comer en público, ha roto temporalmente con sus amigos e, incluso, con su pareja.

Diagnóstico: fobia simple.

Tratamiento:

  • El tratamiento más adecuado de los síntomas que presenta Natalia es el psicológico. El objetivo del tratamiento será facilitar la remisión de todos los síntomas que presenta.
  • Si la ansiedad que presenta Natalia es muy intensa y bloquea por completo los avances en el tratamiento psicológico, puede estar indicado administrar transitoriamente un tratamiento con benzodiacepinas. En este caso, alprazolam o diazepam podrían ser buenas alternativas.
  • Si Natalia rechaza realizar tratamiento, intentaremos convencerle de que con sólo su esfuerzo no suele ser posible curar la fobia simple.
Observaciones

En el tratamiento de la fobia simple, excepcionalmente puede estar indicada la prescripción de un fármaco del grupo de los antidepresivos.

Tal y como se ha comentado en otras partes de esta página web, diversos fármacos del grupo de los antidepresivos pueden ser muy eficaces para reducir la rumiación, la labilidad afectiva y la irritabilidad en el contexto de un trastorno de ansiedad.

Si en un paciente con fobia simple alguno de estos síntomas, especialmente la rumiación intensa, está condicionando muy negativamente la respuesta al tratamiento psicológico, valdrá la pena plantear la posibilidad de prescribir inicialmente un fármaco del grupo de los antidepresivos.

En estos casos concretos de fobia simple sería aplicable lo descrito en el apartado de tratamiento farmacológico de la enfermedad denomina agorafobia.

¿Qué pronóstico tiene?

La fobia simple es una enfermedad con habitualmente muy buen pronóstico. Prácticamente siempre se consigue, como mínimo, una mejoría clínica muy importante.

A diferencia de lo que sucede en la mayor parte de las enfermedades psiquiátricas, el riesgo de recaída de la fobia simple no es especialmente elevado.

Asimismo, en la fobia simple no parece haber una clara relación entre estrés y recaída clínica. Por tanto, no sería adecuado sugerir a las personas que han padecido una fobia simple que eviten al máximo el estrés como forma de reducir el riesgo de recaída.

Continuación del caso clínico

Natalia, de 22 años de edad, consulta por miedo muy intenso a tragar. La paciente explica que intenta evitar tragar por terror a poder atragantarse y acabar ahogándose. Comenta que es consciente de lo ilógico de su pensamiento, pero considera que no puede controlarlo; al sentarse en la mesa o, incluso con sólo plantearse el comer algo sólido, le aumenta la ansiedad hasta puntos insoportables. Todo ello está motivando que desde hace 2 meses se niegue a sentarse en la mesa con los demás a la hora de comer y que su alimentación esté restringida exclusivamente a líquidos y purés muy triturados. Resulta también muy llamativo que prefiere dormir incorporada por miedo a atragantarse con la saliva. Ha perdido 11 kilos en los últimos 3 meses. Por sentirse muy cansada ha abandonado gran parte de su actividad diaria; asimismo, para evitar preguntas y para no tener que comer en público, ha roto temporalmente con sus amigos e, incluso, con su pareja.

Diagnóstico: fobia simple.

Evolución y pronóstico:

  • Si Natalia realiza adecuadamente el tratamiento psicológico es de esperar una remisión de los síntomas, con normalización de su funcionamiento diario.
  • Con independencia del nivel de estrés que deba soportar en su día a día, una vez remitida la fobia simple, no es de esperar recaídas clínicas francas. No obstante, si se produce en el futuro un discreto empeoramiento clínico, uno de los objetivos del tratamiento psicológico habrá sido dotar a Natalia de gran capacidad para reconocer esos primeros síntomas y poder aplicar nuevamente técnicas psicológicas para frenar la evolución de los mismos.